El negocio del agua en Coahuila
Pericles Dávila Cázares.
El agua es esencial e imprescindible para que la vida misma sea posible sobre la faz de la tierra. Es mucho más que un recurso o una mercancía, el agua potable es concretamente un derecho humano de primer orden y un elemento esencial de la propia soberanía nacional, ya que muy probablemente quien controle el agua controlará la economía y toda la vida en un futuro no tan lejano.
En la región sureste de Coahuila, el poder tras el manejo del agua ya se visualiza casi en un inmediato plazo, pues el crecimiento desmedido de la población saltillense -amparado en un aparente desarrollo urbano controlado-, se suma a la voracidad de quienes manejan el agua sin importarles en lo más mínimo la sobre explotación de los mantos acuíferos, mientras cada gota se convierte en moneda de cambio a un precio muy alto.
A estas alturas, ya no es un secreto para nadie que se interese en el cuidado del agua, que el valle de Saltillo está atravesando por una situación difícil, al borde del colapso, toda vez que las lluvias son mínimas y el uso del recurso es máximo en las regiones Loma Alta, Zapalinamé y Carneros, por decir de las más importantes fuentes de abastecimiento a la región.
Y si lo anterior no fuera suficiente motivo para preocuparnos, habría que agregarle las cuantiosas fugas en la red de abastecimiento que provocan pérdidas físicas de hasta un 50 por ciento, es decir, que de cada litro que se envía del centro de potabilización a nuestros hogares, se pierde la mitad en el camino. Esto, a pesar de la supuesta eficiencia que en el manejo del líquido presume Aguas de Barcelona, cuya filial en Saltillo Agsal controla nuestra agua y prometió terminar con las fugas.
Las cifras que revela ante los medios de comunicación constantemente el ingeniero Fausto Destenave Mejía -ingeniero agrónomo y uno de los pocos expertos en geohidrología y que, además, habla claro y sin tapujos sobre el tema que domina-, son parte de una cruel realidad que desde hace años amenaza la sombra del desarrollo de la vida misma en nuestra región, y aunque muchos la señalan como fatalista, lo verdaderamente cierto es que los mantos acuíferos ya dan muestras de que se comienzan a abatir a ritmos impresionantes.
Tan sólo mencionar que Aguas de Saltillo (Agsal) absorberá el sistema de distribución de Ramos Arizpe en un acuerdo en lo oscurito, habla de que el negocio real sigue siendo para los españoles que manejan Aguas de Barcelona, pero va de por medio un acuerdo entre municipios que oculta esta realidad de manera legal, mas, de ninguna manera moral.
Aquí es donde aparece la figura del ex alcalde de Saltillo Óscar Pimentel González, que amparado bajo un cargo del gobierno estatal, se frota las manos a la espera de la unión entre ambos municipios para engrandecer las ganancias de Aguas de Barcelona, y probablemente las suyas, pues hace ya once años, este mismo personaje conformó Agsal y entregó a los españoles el 49 por ciento de una ventajosa empresa que abusa de la nobleza de los saltillenses.
Lo verdaderamente lamentable es que empresas extranjeras vengan a nuestras tierras a negociar con nuestros recursos naturales, a cobrarnos una factura altísima por algo que nos pertenece.
Es también lamentable aprender por la mala que tuvimos que pagar como ciudadanos un alto costo para darnos cuenta que sólo hacía falta una buena administración para atender las necesidades de casi un millón de pobladores, pues al final de cuentas el agua es la misma, pero el sistema de administración fue únicamente el que cambió.
Como ciudadanos tenemos un deber ineludible: elevar nuestras voces y manifestar el desacuerdo para no permitir que funcionarios como Óscar Pimentel sigan realizando estos arreglos con los españoles, y como ya podemos adelantar, no sólo será Ramos Arizpe quien tenga el mismo esquema que Saltillo, ya se habla de la incorporación de Arteaga y se sabe también que en Torreón Aguas de Barcelona ofrece sanear el arsénico del agua, con el evidente propósito de controlar y apoderarse también de los sistemas de agua potable de los cinco municipios coahuilenses de la región lagunera.
Con estos modernos conquistadores y con los funcionarios vende-patrias como Oscar Pimentel, para qué queremos enemigos los coahuilenses. |